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domingo, 9 de septiembre de 2012

Tiempo


En nuestra cultura el tiempo está dividido en bloques. Muchos Bloques. Tantos que no puedo pensar en el tiempo sin pensar en bloques. Siempre que pienso en el pasado me organizo con bloques temporales. Años, Meses, Días, Horas. Siempre que pienso en el futuro me organizo con bloques temporales. Años, Meses, Días, Horas. Si pienso en el presente lo sitúo en un bloque. Año, Mes, Día, Hora.
¿Por qué sentimos que el tiempo pasa rápido? ¿Por qué tenemos metido en la cabeza que el tiempo tiene una "duración" determinada?
"Este año se me pasó volando". A lo mejor tiene que ver con que el bloque al que llamamos "Año" no es tan largo como sentimos que debería ser..
Yo siempre considero que se me pasó volando el año, y es porque de golpe me encuentro en el año siguiente recordando vivencias del año anterior y las siento muy cercanas, "como si hubiera sido ayer"..
Uno puede hablar de algo "largo" cuando lo compara con algo "corto", y si siempre siento que los años son "cortos", ¿porque tengo la necesidad de expresarlo? Uno no va por ahí diciendo "el agua está mojada", porque no hay necesidad, ya que no hay "agua seca". Uno habla de agua y ya se la imagina "acuosa"...
Sin embargo cuando hablamos del paso del tiempo tenemos esa necesidad de expresar si lo sentimos "corto" o "largo", "rápido" o "lento". Pero yo siempre siento que los años duran "poco" y que pasan "rapido", entonces, ¿por qué sigo diciendolo? ¿Por qué necesito confirmármelo cada vez que me doy cuenta? A lo mejor tiene que ver con que nos meten en la cabeza que los años "duran mucho", o quizas porque en algún momento de mi vida, que ahora no recuerdo, sentía que los años efectivamente eran mas "largos"..

2 comentarios:

  1. TU TIENES EL RELOJ...YO TENGO EL TIEMPO

    entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA:

    -No sé mi edad: ¡nací en el desierto del Sahara, sin papeles...! Nací
    en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali.
    He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre.
    Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier- 1. Estoy soltero.
    Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

    - ¡Qué turbante tan hermoso...!

    - Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto
    cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su
    través.

    - Es de un azul bellísimo...

    - A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela
    destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

    - ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

    - Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos
    naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

    - ¿Por qué?

    - Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

    - ¿Quiénes son los tuareg?

    - Tuareg significa abandonados, porque somos un viejo pueblo nómada
    del desierto, solitario, orgulloso: señores del desierto, nos llaman.
    Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el
    tifinagh.

    - ¿Cuántos son?

    - Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población
    decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que
    existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este
    pueblo.

    - ¿A qué se dedican?

    - Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en
    un reino de infinito y de silencio...

    - ¿De verdad tan silencioso es el desierto?

    - Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio
    corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

    - ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

    - Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos
    dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba...
    Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra
    cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

    - ¿Sí? No parece muy estimulante. ..

    - Mucho. Alos siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo
    que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar,
    aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte
    llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

    - Saber eso es valioso, sin duda...

    - Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una
    tiene enorme valor!

    - Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

    - Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso.
    ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar
    juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

    - ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?

    - Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se
    corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

    - Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...

    - Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa
    falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel
    Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí
    ganas de llorar.

    - Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

    - ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando
    veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un
    dolor tan inmenso...

    - ¿Tanto como eso?

    - Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los
    animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre
    murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a
    contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

    - ¿Qué pasó con su familia?

    - Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día
    yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama
    para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa...
    Entendí: mi madre estaba ayudándome...


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  2. - ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

    - De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally
    París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo
    recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El
    Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

    - Y lo logró.

    - Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

    - ¡Un tuareg en la universidad. ..!

    - Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de
    leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí
    las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es
    distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

    - Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

    - Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan
    la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia
    de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe
    por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

    - Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

    - Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y
    el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al
    campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo,
    amarillo, verde...

    - Fascinante, desde luego...

    - Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té.
    Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a
    todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

    - Qué paz...

    - Ustedes tienen reloj..., allá tenemos tiempo.



    --
    Ing Agr Celio I. Chagas MSci Dr

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